Que venga el que quiera, que entre e inspeccione y se entere de lo que pasa. Que pruebe un poco de esta calma tan serena y llena de asfaltos y bocinazos. Que me bese la sombra del que sea, que reclame lo que no es suyo que yo doy y regalo y no pido nada a cambio.
Que me tilde de ligera el que mucho sabe de excesos, el que probó y no le gustó, el que quiere más y no se anima a pedirlo. Y entonces yo le digo, a usted que está mirando con cara de dislocado, con la típica pero extraña sensación de que lo que pensaba es incorrecto, si efectivamente a usted le hablo y le digo que venga que entre e inspeccione en los adentrares de esta cosa rara que todos los días me encuentro frente al espejo.
Mas y menos, y en la otra cuenta solo cuenta lo que no está dispuesto a contar. Y entonces yo le vuelvo a decir, que desee que se entrevere y escriba con todas las faltas ortográficas posibles. Que descubra, que entre e inspeccione las visiones de la paz que de tranquilidad carece.
Que venga el que quiera, que mire gratuitamente, que toque y sienta esta soledad no tan concurrida ni tan molesta como era. Y entonces le digo al hombre de postura singular pero atractiva que se atreva y vaya y recorra, que después vuelva y me cuente. Que sostenga sus palabras y entienda que la vida no espera ni avisa.